El hambre ha llevado a muchos haitianos a comer galletas de barro. En las inmediaciones de lo que fue la cárcel de Fort Dimanche, donde se encerraba a los presos políticos durante la dictadura de François Duvalier (1964-1971), las mujeres preparan al amanecer una masa con arcilla, aceite y sal. Con esta masa elaboran unas galletas que dejan secar bajo el tórrido sol del Caribe.
Un lote de tres galletas se vende en el mercado de La Saline a cinco gourdas (10 centavos de euro), más barato que la comida. Se comen a cachitos, masticando despacio. Sacian el hambre por poco dinero, pero causan desnutrición grave, dolor intestinal y parásitos.
Reportaje en Publico
©evamañez
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